La batalla contra el Rey de un Grande de España
ILDEFONSO OLMEDO: La batalla comenzó a la muerte, a
los 91 años, de «tío Manfredo», un aristócrata que siempre habló arrastrando la
erre con acento francés y vestía ligas en la pantorrilla. Tres veces Grande de
España, Manfredo de Borbón y Bernaldo de Quirós (1888-1979) poseía una de las
mejores colecciones de arte del país (la Duque de Hernani) y un Ducado que
todos en la familia creían que terminaría recayendo en su sobrino Francisco
Javier Méndez de Vigo y del Arco, a quien ya en 1969 «tío Manfredo» traspasó
uno de los tres títulos nobiliarios que llegó a ostentar, el de Marqués de
Atarfe. Pero el sobrino, hijo de un diputado a Cortes nombrado gentilhombre por
Alfonso XIII en pago a que abofeteó en el hemiciclo a alguien que osó insultar
al Rey, se quedó con un palmo de narices al comprobar que se modificaba el
orden sucesorio del Ducado. Nunca sería el II duque de Hernani. Ahora eran
ellos los abofeteados.
Por Real Decreto no publicado en el BOE, el título
nobiliario terminó pasando a la infanta Margarita, hermana de Don Juan Carlos.
Una decisión luego sancionada por el Tribunal Supremo y nunca aceptada por los
herederos naturales del duque como de ley.
Todo aparentemente obedecía a la decisión del duque
muerto, «tío Manfredo», quien en su testamento dejaba el título de duque a la
hermana del Rey y su patrimonio a su viuda, Teresa Mariátegui, su segunda
esposa. Desde entonces, los Méndez de Vigo andan en querella permanente con la
Familia Real. Sostienen que en aquel testamento, la firma del duque está
falsificada, y que ellos y toda España son víctima de un complejo plan
concebido desde las alturas para hacer desaparecer la colección de arte del
duque.
El último episodio de esta guerra donde no faltan
escudos de armas se libró este miércoles en la Audiencia Nacional. El hijo del
marqués, el abogado Luis Méndez de Vigo, fue condenado por injurias al Rey a
una multa de 2.190 euros. Según el fiscal, en la maraña de procesos judiciales
abiertos tras la muerte del duque, el acusado implicaba reiteradamente a la
Familia Real en la elaboración de un plan «para falsificar toda la sucesión del
duque de Hernani y estafar la herencia a sus herederos», en alusión a la
pinacoteca de «tío Manfredo», perteneciente al Patrimonio Histórico desde la
Ley de Patrimonio Artístico de 1933.
Es una guerra con paisaje de fondo, y dos ramas de
los Méndez de Vigo disparando con querellas que apuntan a lo más alto del
Estado, ensombrecen la gestión de sucesivos directores del Prado y salpican a
notarios, marchantes de arte y altos cargos de Hacienda y Bellas Artes. Porque
a la escaramuza del contencioso por el título del Ducado ha seguido toda una
retahíla de denuncias (ante Hacienda unas, y otras en juzgados) que pretende
hacer aflorar los más de 600 cuadros de la colección. Algunos, aunque en su
mayoría eran inexportables, están hoy colgados en museos de medio mundo: el
Meadows Museum de Dallas (Texas), el Metropolitano de Nueva York, el Museo de
Chicago... Los no vendidos siguen en su mayoría en paradero desconocido. Cuando
los Méndez de Vigo empezaron a investigar, también se esfumaron, pero esta vez
de los archivos del mismísimo Instituto de Patrimonio Histórico, las actas (de
número 110 y 518) que desde los tiempos de la guerra certificaban la existencia
de los 681 cuadros de la colección Duque de Hernani, considerada un segundo
Museo del Prado.
Sí se sabe la historia de uno de aquellos lienzos, y
precisamente no de los más valiosos (hay de Tiziano, Carpaccio, Rembrandt,
Goya...), comprado por El Prado a la viuda del duque de Hernani, Teresa
Arriategui Arteaga, en 1991. Se trata de Bodegón de caza, hortalizas y frutas,
firmado y fechado en 1602 por Fray Juan Sánchez Cotán. Se pagó por él 450
millones de pesetas en una controvertida adquisición. Poco antes, en 1988, y
gracias precisamente a una de las denuncias de los Méndez de Vigo, la
Inspección de Hacienda descubrió que la heredera del duque no había recibido en
herencia, como declaró, sólo tres obras pictóricas. En varios registros, se
encontraron más de un centenar de cuadros que terminaron siendo valorados por
Edmund Peel (Sotheby's, donde entonces trabajaba la infanta Pilar) sólo en 25
millones. Aparte, apareció un grupo de 11 cuadros de indiscutible valor, que
habían participado en recientes exposiciones, por los que tampoco fue sancionada
la viuda al haberse acogido, según se dijo, a la amnistía fiscal de la Ley
16/1985 de Patrimonio Histórico. La Administración parecía indulgente. La viuda
falleció en 1996, 17 años después que su esposo Manfredo de Borbón, el duque.
«Tío Manfredo» era hijo póstumo de Luis Jesús de
Borbón, hijo a su vez del infante portugués Sebastián Gabriel de Borbón y
Braganza, biznieto de Carlos III. La madre de Manfredo, Ana Germana Bernaldo de
Quirós, marquesa de Atarfe, se casó en segundas nupcias con Manuel Méndez de
Vigo y Méndez de Vigo. Del segundo matrimonio nació aquel gentilhombre que
defendió a Alfonso XIII y terminó muriendo en la Guerra Civil dejando huérfano
a quien hoy es marqués de Atarfe.
La tela de araña genealógica nos sitúa así en 1940,
recién concluida la contienda fratricida. A «tío Manfredo», duque de Hernani
desde 1919, la única familia que le queda son los Méndez de Vigo. Echa mano de
su sobrino el día que, desde el museo de El Prado, le reclaman para devolverle
los cuadros de su colección de arte, incautados durante la guerra, como todos
los del Patrimonio Histórico, por orden de Pablo Picasso, entonces director del
museo. «Yo estaba con él», aún recuerda el marqués de Atarfe, de 82 años,
«cuando le devolvieron todo. Le dieron unas listas larguísimas, con todas las
obras de arte requisadas de sus domicilios, especialmente de la casa de la
calle Miguel Ángel, donde residía en 1936. Él reconoció como suyas las obras y
retiró una parte... Ya antes, cuando se libera Madrid, el tío Manfredo me pide
que le acompañe al Casón del Buen Retiro, y allí le explican que le van a
devolver sus cuadros».
Las relaciones entre tío y sobrino nunca se
rompieron. «En 1969, en el mismo BOE en que se nombraba marqués de Peralta a
Escrivá de Balaguer, salía mi nombramiento, por expreso deseo de tío Manfredo
(además de Hernani era duque de Ansola y hasta entonces marqués de Atarfe),
como III marqués de Atarfe». Siguieron viéndose aún cuando el marqués y su
familia establecieron su casa en la capital portuguesa, entre los años 1960 y
1974. Por la casa madrileña de «tío Manfredo» pasaban a menudo las distintas
ramas de los Méndez de Vigo. Primero residió en un palacete en la calle
O'Donell, que rebosaba de cuadros (se sabe, porque existe su firma en los
expedientes, que sólo retiró del Prado 141 lienzos). Mientras tanto, primero en
Estoril y luego en Lisboa, el marqués de Atarfe y sus hijos coincidían
frecuentemente con Don Juan de Borbón, exiliado. «Mi hijo mayor Javier», dice
el marqués, «recibió clases junto con la infanta doña Margarita. Les
aleccionaba una tal señorita Hidalgo. Doña Margarita tenía un oído musical
fenomenal».
REUNIÓN EN ZARZUELA: Hoy, todo vínculo entre estos
grandes de España y los hijos de Don Juan de Borbón está roto. La última vez
que el marqués vio cara a cara al Rey, en 1991, fue en una reunión en palacio
con todos los nobles del reino. Aún el segundo hijo del marqués, el abogado
condenado esta semana por injurias, no había fundado (lo hizo en 2001) el
Partido Republicano del siglo XXI.
La batalla se multiplica en todos los frentes. Por
un lado, el hijo del marqués, el condenado, que cita palabras de Manuel Azaña
en lo que dice es una lucha en defensa del Patrimonio Nacional: «El Museo del
Prado pasa por delante de la Monarquía y la República juntas». Por otro lado,
Ana Germana Méndez de Vigo, sobrina del marqués, criada en Francia e imbuida
por los principios con los que hace siglos se tomó La Bastilla para abolir las
clases sociales: «Libertad, igualdad y fraternidad». Ambos, cabeza en este
contencioso de una enorme familia de abolengo, se niegan a aceptar que «tío
Manfredo» dejara como heredera universal de todos sus bienes a su viuda y se
olvidara de su familia, los Méndez de Vigo. También que pidiera en vida el
cambio en la línea sucesoria del Ducado. Hablan, y lo han puesto por escrito en
cartas a la Casa Real, al presidente del Gobierno, al fiscal General de Estado,
etc., de firmas falsificadas, de testamentos falsos, de testaferros que venden
cuadros... «Banda de malhechores» es la expresión que acuñan para denunciar lo
que consideran un expolio en toda regla de Bienes de Interés Cultural. El
grueso de sus acusaciones -incluida una querella criminal incorporada en
febrero de 2000 contra «la familia real española por robo, estafa y falsificación
sobre bienes del Patrimonio Histórico»- están acumuladas en las diligencias
previas 6049/95 del Juzgado de Instrucción número 46 de Madrid, que acaban de
ser archivadas tras casi siete años en la sede judicial y después, según ellos,
de abrir más interrogantes que cerrar. Y fue en la tramitación de una de esas
diligencias en el juzgado donde el hijo del marqués, según la sentencia de esta
semana de la Audiencia Nacional, injurió al Rey. Pero las espadas siguen en
alto. También los antepasados de «tío Manfredo» se enfrentaron a los Borbones
de España. Carlista fue un tiempo el infante Sebastián Gabriel de Borbón y
Berganza. Republicano es ahora el hijo del marqués.
EL ROBO REAL
La fortuna privativa de
la Familia Real Española tiene su origen en la ESTAFA y ROBO de la colección de
pintura Duque de Hernani, valorada en más de 1.000 millones de euros y
compuesta por obras de TIZZIANO, CARPACCIO, VAN DYCK, TENIERS, etc.
La familia real ha vendido muchos de estos cuadros, que pertenecen al Patrimonio Histórico Español, a museos extranjeros para asegurarse un capital fuera de España. En la operación ha intervenido la Dirección General de Bellas Artes, además del Ministerio de Economía y Hacienda, y en la actualidad es un tema totalmente censurado en España debido al continuo encubrimiento que exige el robo de estos bienes. Los familiares del Duque de Hernani han interpuesto QUERELLA CRIMINAL contra la familia real por robo y estafa en el Juzgado de Instrucción nº 46 de Madrid, Diligencias Previas 6049/ 95.
ROBO DE LA COLECCIÓN DE PINTURA DUQUE DE HERNANI POR LA FAMILIA REAL
En 1976, la familia real
española, en colaboración con la segunda mujer del Duque de Hernani, Teresa
Mariátegui, y varios funcionarios públicos, elaboran un plan para apoderarse de
la colección de pintura y arte Duque de Hernani y vender una parte de la misma
al objeto de tener un capital en el extranjero. El plan consiste en falsificar
la sucesión del anciano Duque y al tiempo, destruir la documentación de la
colección para evitar cualquier reclamación de los legitimarios.
1ª FASE: ROBO DE DOCUMENTOS DE LA COLECCION
El primer paso de la
operación consiste en el robo de los documentos de la colección que se
encuentran en el domicilio del Duque para prevenir las posibles reclamaciones
de los dueños de los cuadros que se van a robar. Así, en la noche del 23 de
febrero de 1977, dos falsos sirvientes, que habían sido contratados dos meses
antes, proceden al robo de los documentos tras narcotizar al resto del
personal. Los falsos sirvientes abandonan la casa llevándose los títulos de
propiedad de las obras, además de 17 cuadros de la colección, con destino a
Portugal. Nueve días después, la misma Casa Real, por medio de la policía,
filtra la noticia del robo a la prensa y, el 2 de marzo de 1977, se publica la
noticia en España haciendo hincapié en el robo de los cuadros y sin hacer
mención a los documento. A los dos meses, los cuadros aparecen en Portugal y se
detiene a los delincuentes, pero los documentos no se mencionan. En 1979, la
familia del Duque de Hernani descubre que nunca se abrió el proceso penal por
este robo. Se trataba de un montaje y nunca se supo nada más de los falsos
sirvientes.
2ª FASE: LA FALSIFICACIÓN DE LOS TESTAMENTOS
El 6 de enero de 1979
fallece, a los 91 años, el anciano Duque de Hernani, y la familia real se
apodera de los cuadros, una parte de los cuales se encontraba depositado en el
Museo del Prado. Para no levantar sospechas, falsifican el último testamento
del Duque y colocan a la segunda esposa del causante, Teresa Mariátegui
Arteaga, como heredera única, pero actuando como testaferro hereditario que
después les entregaría los cuadros. Paralelamente, para justificar la posterior
aparición de los cuadros en el patrimonio privativo de la familia real, el rey,
otorga un real Decreto en el que permite que el Ducado de Hernani sea ostentado
por su familia, concretamente por su hermana Margarita, bajo el pretexto de
haber recibido una carta del Duque en el que le transmite su deseo de
modificar, por testamento, la línea de sucesión del ducado. Naturalmente, esta
carta es falsa.
3ª FASE: ENCUBRIMIENTO DEL ROBO Y DE LA ESTAFA
Los errores cometidos por
la familia real al realizar el robo y la estafa permiten descubrir la
operación. Se genera entonces un intenso tráfico de influencias, dirigido al
encubrimiento de los delitos que, en realidad, es una huida hacia delante de la
familia real. El primer error de la familia real es olvidarse de pagar los
impuestos sucesorios de la testaferro, dejando en evidencia que no había
recibido la herencia. Para demostrar que Teresa Mariátegui es una vulgar
testaferro de la casa real, la familia del Duque de Hernani formula contra ella
Denuncia Pública por impago de los impuestos, y, efectivamente, la Delegación
de Hacienda de Madrid, recibe la orden de paralizar la Denuncia Publica 40/86
para no dar al traste con el robo y la estafa real. En 1993, el Delegado de
Hacienda intenta quitársela de encima y falsifica una valoración de los
cuadros, de acuerdo a las directrices de la compañía SOTHEBY’S, en la que
trabaja la Infanta Pilar Borbón, y emite una resolución en la que valora la
colección en 25 millones de pesetas. La Resolución es recurrida y en la
actualidad, el procedimiento de la Denuncia Publica 40/86 se encuentra
acumulado a las Diligencias Previas nº 6049/95 del Juzgado de Instrucción nº
46. La Agencia Tributaria y SOTHEBY’S dicen ahora que han perdido los
expedientes. El segundo error de la familia real fue robar los títulos de
propiedad de los cuadros del domicilio del Duque de Hernani, sin darse cuenta
que eran copias de otros documentos originales que se encontraban en los
archivos del Patrimonio Histórico Español. Cuando se contrasta la documentación
del Instituto del Patrimonio Histórico con la documentación que se confeccionó
para vender los cuadros robados al extranjero, por medio de testaferros, se
descubre en seguida que está falsificada. Para solucionar este problema la
familia real acude, de nuevo, al abuso de poderes y se hacen desaparecer del
Instituto los expedientes 518 y 110 de la colección Duque de Hernani. Y no sólo
eso, sino que, para no dejar ningún vestigio sobre la verdadera propiedad de
los cuadros, se procede a la falsificación del Inventario General del Museo del
Prado. Pese a todo, el encubrimiento resulta inútil porque la familia del Duque
de Hernani consigue reconstruir los expedientes sustraídos con los duplicados
de dichos documentos que obraban en el Instituto y que, por error, se olvidaron
de sustraer.
4ª FASE: EL DESCARO DE LA FAMILIA REAL
Cuando ya resulta imposible
ocultar que la familia real llevo a cabo el robo y estafa de la colección
Hernani, la única solución que se le ocurre al jefe de la Casa Real, SABINO
FERNÁNDEZ CAMPO, es amenazar expresamente a todos los medios de comunicación
españoles para que no publiquen nada sobre el asunto HERNANI. La amenaza, que
permanece en pié, se recoge por primera vez en la emisora C.O.P.E. programa de
Antonio Herrero del día 28 de septiembre de 1994. Evidentemente la amenaza se
extiende a todo los cargos públicos Al poco tiempo fallece la testaferro,
Teresa Mariátegui Arteaga, de quien ya se habían olvidado, y deja un testamento
en donde se revela que no ha recibido los bienes de la herencia de su marido.
La familia real, haciéndose todavía la ilusión de que nadie les ha descubierto,
acude entonces al Director General del Registro y del Notariado para que les
falsifique otro Certificado de Ultima Voluntad en el que se incluyan dos
testamentos falsos posteriores. El Director General hace el encargo, con lo
cual hay ahora dos certificaciones de última voluntad, además de dos
testamentos falsos añadidos. Como último recurso, la familia real intenta el
blanqueo judicial del robo y estafa de la colección Duque de Hernani sin tener
que devolver los cuadros robados. Algunos jueces siguen el peligroso juego. El
Tribunal Supremo les confirma como sucesores del Duque de Hernani despreciando
la documentación falsificada. El Juzgado de Instrucción nº 46 paraliza todas
las investigaciones sobre el paradero de los cuadros y hace inútiles las
querellas criminales presentadas contra ellos.